Categoría: artículos
El huevo de la serpiente: la ola ultra como síntoma de la degradación del capital
Cantos de sirena
«Una casa en propiedad no es de izquierdas ni de derechas; un trabajo estable no es de izquierdas ni de derechas, es de sentido común. No puede ser que pongamos la alfombra roja a los fondos especuladores, a los buitres, mientras la gente normal no tiene acceso a la vivienda. No queremos que nuestros barrios se conviertan en una partida de Monopoly para los grandes fondos de fuera».
Las palabras previas no corresponden, pese a su apariencia reivindicativa, a un representante del movimiento de vivienda o de un partido progresista, sino al diputado de VOX y figura emergente de la ultraderecha Carlos H. Quero.
Sigue leyendoPor qué la tragedia de la vivienda no tiene solución
«Es evidente que el trabajo y la tierra no son mercancías producidas para la venta. Permitir que el mecanismo del mercado dirija por su propia cuenta y decida la suerte de los seres humanos y de su medio natural conduce necesariamente a la destrucción de la sociedad»
Karl Polanyi
«El fenómeno del chabolismo puede volver a la ciudad». La inquietante afirmación no procede, como sería previsible, de un representante del movimiento de vivienda que diera la voz de alarma ante la penosa situación actual, sino de la presidenta del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Barcelona.
La patronal de las agencias inmobiliarias advierte de que el estado del acceso a la vivienda -muy destacadamente, de alquiler- en la ciudad se dirige a marchas aceleradas hacia el colapso, debido a la aguda escasez de oferta y a la exclusión completa de amplias capas de la población:
Sigue leyendoDecrecimiento y lucha de clases: un matrimonio infeliz
«En realidad, es muy sencillo. Hoy tenemos muy claro que la manera en que hemos vivido hasta ahora (la manera capitalista) conduce al desastre general. De ahí que debamos cambiarla. Por completo»
Frédéric Lordon
«Más aún, ya que el trabajo está determinado como un medio necesario para la reproducción individual en la sociedad capitalista, los trabajadores asalariados siguen dependiendo del ‘crecimiento’ del capital incluso cuando las consecuencias de su trabajo, ecológicas o de cualquier otra clase, funcionan en detrimento de ellos mismos o de los demás. La tensión entre las exigencias de la forma mercancía y las necesidades ecológicas se agrava a medida que aumenta la productividad y, especialmente durante las crisis económicas y periodos de abundante desempleo, plantea un grave dilema. Este dilema y la tensión en la que está enraizado son inmanentes al capitalismo. Su resolución definitiva quedará entorpecida mientras el valor siga siendo la forma determinante de la riqueza social»
Moishe Postone
Sigue leyendoLa vivienda como lugar de combate (y IV)
“Grietas” en la ciudad neoliberal
“Cuando hablamos de la autogestión del espacio, de la autoconstrucción si cabe, planteamos una delicada cuestión: la expropiación social del espacio. Las luchas urbanas han de arrebatar el territorio al poder urbanista, a los urbanistas del poder. Han de liberarlo del mercado, no para el mercado. Por consiguiente, han de resolverse mediante ocupaciones”
Miguel Amorós
Vallcarca: la lucha contra un barricidio
“Vallcarca, el barrio barcelonés convertido en refugio de los antisistema”.
El titular previo, característico del tono sensacionalista y reaccionario de los mass media, rinde un involuntario homenaje al denso tejido comunitario y asociativo existente desde hace décadas en el barrio de Vallcarca.
Sigue leyendoLa vivienda como lugar de combate (III)
El movimiento de vivienda y la Segunda Internacional
“Acabemos con el negocio de la vivienda”.
El contundente eslogan anterior fue enarbolado durante la manifestación convocada a escala estatal por las organizaciones en defensa del derecho a la vivienda el pasado 5 de abril. «La vivienda debería ser un derecho universal, no un bien con el que especular», era otro de los lemas del comunicado de las organizaciones convocantes. “Solo encontramos viviendas con precios desorbitados o habitaciones de mala muerte”, fueron las amargas palabras de Carme Arcarazo, portavoz del Sindicato de Inquilinas de Cataluña. La propia portavoz distribuye las responsabilidades del desastre inmobiliario: “Aunque los rentistas son los culpables, los políticos, que no han hecho nada, son los responsables”.
Sigue leyendoLa vivienda como lugar de combate (II)
Lucha de clases en la ciudad neoliberal
“Un día caminé con uno de esos hombres de clase media por Manchester. Le hablé sobre la deplorable e insalubre situación de las barriadas; llamé su atención sobre las espantosas condiciones de esa parte de la ciudad en la que vivían los obreros industriales. Le declaré que jamás había visto una ciudad tan mal construida en toda mi vida. Él me escuchó pacientemente y en la esquina en la que nos separamos me dijo: “Y no obstante, aquí hay muchas oportunidades para hacer negocio. Muy buenos días, señor”
Friedrich Engels, “La condición de la clase obrera en Inglaterra”
“¡Lucha de clases, lucha de clases, que muera la escoria yuppie! ¿De quién es este puto parque? ¿De los yuppies y los ricachones inmobiliarios? ¡No! ¡Este es nuestro puto parque!”.
Sigue leyendoLa vivienda como lugar de combate (I)
En memoria de José Ángel Gallegos Gómez, incansable luchador contra la violencia inmobiliaria, entregado en cuerpo y alma a la defensa de los pisoteados derechos de sus víctimas y fustigador implacable del sometimiento de los poderes «soberanos» a los dictados de la mafia financiero-inmobiliaria.
In memoriam et ad honorem
“El mercado inmobiliario de ninguna manera es un mecanismo infalible, o siquiera inteligente, que conduzca bajo la dirección de alguna mano invisible a ciudades perfectas y equilibradas. Más bien, es un lugar de combate en el que se enfrentan sujetos de muy distinta naturaleza y en el que se impone el más fuerte. El resultado se aleja por tanto de esa Arcadia ideal y se aproxima más al terrenal -por no decir infernal- campo de batalla que constituyen las ciudades capitalistas”
Samuel Jaramillo
Historias de horror
«Una metonimia del mundo moderno». De esta guisa caracteriza el geógrafo y urbanista Brett Christophers la turbulenta historia de la urbanización Summer House. Se trata de un complejo de apartamentos de alquiler «bastante anodino» de la isla de Alameda, ubicada en la paradisíaca bahía de San Francisco, cuyas vicisitudes recientes Christophers califica como una historia “de pesadilla”.
Sigue leyendoContra el culto al trabajo (y V)
Una crítica de la izquierda tradicional y de los movimientos sociales
Trascender las lindes del enclave
«La capacidad de vivir afuera tendría la virtud, por un lado, de dificultar la reproducción de las relaciones sociales dominantes fomentando la sociabilidad y frenando el individualismo; por el otro, el proporcionar una buena logística a la defensa del territorio. Sin embargo, para trascender las lindes del enclave, o sea, para generalizarse, haría falta pasar a la ofensiva, invadir a gran escala el espacio dominado por el capital. Sería necesaria una verdadera revolución»
Miguel Amorós
«En los presidi, en lo que llamamos las Nuevas Repúblicas y aquí en el ZAD creamos lazos afectivos y prácticas cotidianas que son de hecho una alternativa a las relaciones capitalistas de poder y beneficio. Es un proceso muy largo que pasa por momentos de ruptura»
Las palabras previas corresponden a Luca Abbà, activista del movimiento No TAV, que desde hace tres décadas desarrolla una lucha encarnizada contra la construcción de un mastodóntico túnel de ¡57 kilómetros! que perforaría el corazón de los Alpes entre el valle italiano de Susa y el francés de Maurienne. Se trata de una infraestructura clave para completar el despliegue de la línea de alta velocidad Turín-Lyon, un megaproyecto de altísimo impacto ambiental patrocinado en comandita por los estados francés e italiano con la participación entusiasta -siguiendo al dedillo el modus operandi habitual en estos casos- de grandes empresas constructoras de ambos países. Otro ejemplo más de las innumerables agresiones contra el entorno natural y las comunidades locales perpetradas a lo largo y ancho del sufrido planeta, en aras de la sacrosanta creación de riqueza, por la apisonadora del afán de lucro que impele la carrera hacia el abismo de la organización social capitalista. Sin embargo, los planificadores de la destrucción del territorio en el altar de la entelequia del «desarrollismo» depredador del capital no contaron con la eclosión de un fuerte movimiento de resistencia popular dispuesto a plantear la batalla en toda la línea contra los bulldozers y las tuneladoras.
Sigue leyendoContra el culto al trabajo (IV)
Una crítica de la izquierda tradicional y de los movimientos sociales
«La Revolución no se define, pues, tan solo en el plano económico, político o ideológico sino, más concretamente, por el fin de lo cotidiano (…) Recusa lo cotidiano y lo reorganiza para disolverlo y transformarlo. Pone fin a su prestigio, a su racionalidad irrisoria, a la oposición de lo cotidiano y de la Fiesta (del trabajo y del ocio) como fundamento de la sociedad»
Henry Lefebvre
La revolución de la vida cotidiana
«Los ‘Levantamientos de la Tierra’ no son una excepción francesa. En los últimos años se han desarrollado luchas radicales en todas partes contra la destrucción ecológica capitalista. Con raras excepciones, los trabajadores, las trabajadoras y sus organizaciones sindicales están ausentes de ellas. Estas luchas son llevadas a cabo por la juventud, por los pueblos indígenas y por las y los pequeños campesinos, y especialmente por las mujeres, que están en primera línea en estos tres grupos sociales»
Sigue leyendoContra el culto al trabajo (III)
Una crítica de la izquierda tradicional y de los movimientos sociales
Trabajos de mierda: la creciente absurdidad del trabajo en la sociedad actual
«Hay algo profundamente equivocado en aquello en lo que nos hemos convertido: somos una civilización basada en el trabajo, pero ni siquiera en el «trabajo productivo», sino en el trabajo como un fin en sí mismo»
David Graeber
La cita anterior, extraída del libro del antropólogo anarquista David Graeber, gráficamente titulado “Trabajos de mierda”, resume de manera certera uno de los rasgos aparentemente más absurdos de nuestra peculiar organización social: ¿cómo es posible que tras el descomunal desarrollo científico y tecnológico -siempre orientados, evidentemente, al servicio de la acumulación de capital y de la alienación y el control sociales- posibilitado por la industria y la ciencia modernas no haya habido una reducción drástica del tiempo dedicado a la actividad laboral, al prosaico esfuerzo de ganarse la vida? Tal eventualidad de llegar a convertirnos en «la sociedad del ocio y la abundancia», pronosticada sin ir más lejos por el para muchos mayor economista del siglo XX, John Maynard Keynes, no se ha verificado en absoluto. Según las estadísticas más recientes, y a pesar de los problemas crónicos de desempleo, subempleo y precariedad que aquejan a enormes contingentes de la fuerza de trabajo global, el numero de personas trabajando y la cantidad de horas trabajadas no han dejado de crecer en el mundo y la jornada laboral, a pesar del continuo aunque irregular crecimiento de la productividad, apenas ha disminuido ligeramente -y únicamente en las potencias capitalistas- desde los años 70.
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